Por Carlos Trosman, Psicólogo Social; Corporalista
Publicado en “Kiné, la revista de lo corporal” en diciembre de 2008.
David LE BRETON es profesor en la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Ciencias Humanas Marc Bloch de Estrasburgo, Francia, Doctor en Sociología de la Universidad de Tours (1982), y de la Universidad Paris 7-Jussieu (1988). Desde 2006 es miembro del Instituto Universitario de Francia.
Este investigador francés de 55 años ha escrito 21 libros, muchos de ellos traducidos a los más diversos idiomas: español, portugués, rumano, árabe, italiano, coreano, alemán y turco. De sus obras, los títulos más conocidos en Argentina son Antropología del Cuerpo y Modernidad, La Sociología del Cuerpo, Antropología del Dolor, Las Pasiones Ordinarias. Antropología de las Emociones, El Sabor del Mundo. Una Antropología de los Sentidos, Adiós al Cuerpo y El Silencio.
Conocí a Le Breton en octubre de 2005, en el II Congreso Internacional “El Cuerpo Descifrado”, en México DF, donde asistí en representación de “Kiné, la revista de lo corporal” de Argentina. Le Breton dictó su Conferencia Magistral “Adiós al Cuerpo”, que desató polémicas ya que muchos asistentes pensaban que en su teoría respecto de un cuerpo virtual, el tercer mundo estaba excluido y, según esta opinión, esto no se verificaría en Latinoamérica donde las computadoras todavía pueden considerarse como un artículo suntuario, debido a que muchas necesidades básicas están insatisfechas en la población y el hambre denuncia con rigor la existencia del cuerpo “real”. Le Breton aclaró que su intento era hacer una antropología descriptiva y que asistimos a un borramiento del cuerpo.
Este camino de ruptura del hombre con su cuerpo comenzó, según dice en su libro Antropología del cuerpo y modernidad, en 1543 con la aparición de “La Fábrica del Cuerpo Humano”, donde el anatomista Andreas Vesalio muestra a través de minuciosas descripciones y grabados los huesos, músculos y órganos del cuerpo humano, fundando la concepción moderna del cuerpo. En la antigüedad y en las culturas “primitivas” o aborígenes, el cuerpo era parte del cosmos. No pertenecía en forma exclusiva a la persona sino que “era” la persona. El cuerpo estaba construido con los elementos de la naturaleza y por eso participaba del entorno como un elemento más. A partir de Vesalio, el cuerpo dejó de ser la persona para convertirse progresivamente en un objeto deshumanizado, como una máquina. Esto se manifiesta en la actualidad con la hiper especialización de la medicina, donde hay especialistas en partes cada vez más pequeñas y se pierde la visión de conjunto del cuerpo de la persona. Esta idea de máquina “mejorable” es el sostén ideológico de las cirugías estéticas, de la industria farmacéutica orientada al “bienestar”, de las fantasías de “juventud eterna” y de los transplantes de órganos. El paso siguiente ha sido pensar que se puede prescindir de este cuerpo tan imperfecto que nos ata al dolor, al envejecimiento y a la muerte, y pasar a algún tipo de “ciberexistencia” borrando definitivamente al cuerpo, a la carne del cuerpo, para poseer un cuerpo virtual que cada uno elija como le venga en gana, escapando a las limitaciones de la condición humana.
Dos años más tarde David Le Breton presentaba la edición mexicana de su libro Adiós al Cuerpo en el III Congreso Internacional “El Cuerpo Descifrado”. Como colaborador de la organización, fui a buscarlo al aeropuerto el día de su llegada. Cuando lo ví salir de Migraciones, flaco, alto, desgarbado y sonriente, sólo traía una pequeña mochila. Después supe que ese era todo su equipaje… siempre. Caminamos hasta el subte, ya que prefería viajar en “lo popular”, mientras charlábamos animadamente. Le comenté que ni siquiera sé manejar y que siempre prefiero tomar el subte y caminar. Esto lo entusiasmó y me contó de su libro El Elogio de la Caminata, explicándome que su práctica habitual, en cualquier país del mundo, es viajar en subte y caminar. Le pregunté cómo había comenzado su interés por la investigación del cuerpo. Me sorprendió su respuesta: de muy joven, tuvo una experiencia de mochilero transhumante que lo llevó un tiempo a Brasil, donde terminó viviendo en las calles y “maltratando su cuerpo”. Esta etapa de su vida le despertó curiosidad, y, buscando respuestas comenzó su investigación cuyo primer trabajo fue su tesis de doctorado, que resultó ser la base de su primer libro Antropología del Cuerpo y Modernidad.
De apariencia casi zen, vestido con ropas simples y siempre con su pequeña mochila, a Le Breton le encantaba perderse caminando entre la multitud… solo. Otro dato importante es que no usa teléfono celular. Creo que esta forma de vivir de Le Breton, esta práctica cotidiana, muestra su posición política, su propia concepción del cuerpo desde donde realiza su investigación de “antropología descriptiva” del tema de su investigación: el cuerpo en el mundo y, en su forma de describir, da su opinión.
lunes, junio 01, 2009
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alguien me podría informar dónde puedo conseguir el libro "El Silencio" de Le Breton, estoy haciendo un trabajo de tesis y me es imprescindible encontrarlo. Muchisimas gracias. Paula
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